Situación en Gambia y en la frontera
¿Cómo han vivido los gambianos y los senegaleses de las poblaciones fronterizas el conflicto político de Gambia?
Como de costumbre, no nos han llegado demasiadas noticias del conflicto político sucedido recientemente en Gambia. empezaron a llegar a la prensa cuando ya hacía varios días que se vivía la situación in situ.
Yo no soy ni periodista ni política, simplemente amiga y enamorada de personas de Gambia y de la Casamance que han vivido la situación en primera persona y que me han informado de sus vivencias de forma continuada, varias veces al día. Ello me ha llevado a compartir su sentimiento y a admirar su modo de enfrentar situaciones duras e inesperadas como la sucedida las últimas semanas. Así que lo que aquí relato tiene el valor de ser fiel a lo que han vivido e interpretado mis amigos y conocidos, pero está muy lejos de tener el valor de una documentación periodística o política completa y bien hecha. Son los relatos de la calle.
Para poneros en antecedentes (si es que no habéis podido seguir las noticias), el ex presidente Jammeh llegó al poder por un golpe de estado que dio en el año 1994. Desde entonces no han habido elecciones democráticas presidenciales en el país. Jammeh es un militar perteneciente a la etnia diolá, muy extendida en la Casamance, región del sur del Senegal, al sur de Gambia. La etnia diolá ha sido una de las etnias más guerreras del conflicto casamancés, y la mayoría de los grupos rebeldes que aún transitan por la zona creando disturbios violentos pertenecen a dicha etnia. Dichos grupos ya no están apoyados ni aceptados por una población que sufre las consecuencias de más de tres décadas de guerrillas y buscan la paz y la prosperidad para sus familias y poblados.
El 1 de diciembre del pasado 2016, tuvieron lugar las primeras elecciones democráticas desde el golpe de estado, y Jammeh fue derrocado por Barrow. En un principio, Jammeh acepto su derrota y chocó la mano del nuevo presidente, pero días después. alegando un fraude en el recuento de votos, quiso revocar las elecciones y se negó a la investidura. Dichas declaraciones movilizaron a los gobiernos de la CEDEAO (comunidad económica de estados del Africa Occidental), a las tropas de diversos países, encabezadas por las senegalesas, y a la ONU. Jammeh intentó diferentes vías de detener el traspaso de poder, pero ninguna dio frutos. Sus ministros, los jueces del supremo e incluso sus tropas empezaron a dejarlo solo ante la posibilidad cada vez más patente de una guerra que podía devastar el país. Jammeh atrajo a su lado a los rebeldes de la Casamance para obtener su apoyo en la guerra a la que él decía estar dispuesto y preparado a declarar si los gobiernos no le dejaban gobernar su país según sus leyes.
El caso es que tal expectativa, y la presencia de los militares senegaleses a lo largo de toda la frontera, unido a la inestabilidad generada en el interior del país, provocó la salida masiva de familias, y sobre todo, mujeres y niños de Gambia al Senegal. y ahí viene lo impresionante. Los poblados senegaleses, especialmente los fronterizos y vecinos, se llenaron de familias gambianas que fueron acogidas en las casas sin ni siquiera pensárselo. Coches senegaleses acudían a la frontera para ayudar en el éxodo de unas 45000 personas sucedido en menos de una semana. Y todas ellas fueron alojadas ne casa que, os aseguro, no se parecen en nada a las nuestras. Nadie se planteó si habían de abrir las fronteras a los refugiados. Ni siquiera los llaman refugiados. Nadie pensó ¿qué haré si la guerra dura mucho tiempo y tengo todas estas personas en mi casa? ¿de qué vamos a vivir? Van a comerse nuestra comida. En fin, todas esas preguntas que a mi me hubieran angustiado y paralizado.
Esa naturalidad, esa humanidad inherente en su tejido social y en su propia piel, en su propio ser. No quiero decir que todos sean maravillosos, todos buenas personas, no. Hay de todo como en todas partes. Simplemente una mentalidad y un espíritu que yo personalmente admiro e incluso envidio.
A día de hoy los gambianos han regresado a sus casas, y el país está sumido en fiestas desde la llegada del nuevo presidente, que fue investido el día que tocaba, 19 de enero, pero en la embajada de Gambia en Dakar. y aunque las tropas aún no se han retirado, la normalidad vuelve día a día. Los senegaleses recuperan su rutina en el más simple anonimato, sin ni siquiera darse cuenta que lo sucedido hace unos días en el seno de sus poblados y sus casa tiene categoría de heroico, digno de admiración.